La islamofobia, que impulsa Macron, es un brote del nuevo fascismo, promovido por actores occidentales para impedir que el liberalismo, en declive, desaparezca.
La islamofobia sistemática, dirigida tendenciosamente por autoridades del Occidente en estos días, refleja claramente ante la opinión pública mundial que el declive de la doctrina del liberalismo, más que nunca, es una realidad y, esta vez, en particular, su esfera cultural. Esta situación ha llevado a los promotores del liberalismo a adoptar un enfoque fascista, a pesar que proclaman ser opositores al fascismo.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se negó recientemente a condenar el ultraje al Profeta del Islam, el Hazrat Muhamad (la paz sea con él), actos profanos que se practican desde hace un tiempo en este país europeo, so pretexto de la libertad de expresión.
En concreto, Macron, en el homenaje realizado el 21 de octubre al profesor Samuel Paty, decapitado por un joven checheno tras mostrar en clase una de las caricaturas blasfemas del Profeta del Islam, publicadas en el mes de septiembre en la revista satírica francesa Charlie Hebdo, dijo que no iba a “renunciar a la publicación de las caricaturas” porque iría en contra de lo que él entiende por “libertad de expresión”. También urgió a combatir lo que llamó el “separatismo islamista” y abogó por “estructurar el Islam” en Francia.
Posteriormente, las autoridades galas adoptaron una serie de medidas islamófobas, entre ellas, redadas y el cierre de una mezquita en París, la capital francesa. Sin embargo, Macron consideró que no era suficiente y anunció una ley, que se presentará a principios del próximo diciembre, para luchar contra “los separatismos” en el país europeo.
La indignación generada por los comentarios islamófobos del dirigente galo se ha ido intensificando hasta alcanzar un rechazo generalizado en Francia, donde el Islam es la segunda religión con mayor número de fieles.
Francia es el país de Europa Occidental con más musulmanes, principalmente debido al número de inmigrantes que viene absorbiendo desde la década de 1950, mayoritariamente desde países del Norte de África y de Asia Occidental.
La República Francesa oficialmente se declara como un Estado laico y secular, siendo este un sistema que se rige por la separación entre el Estado y las religiones, aunque la libertad religiosa está recogida como un derecho constitucional.
La base y el propósito de este principio de laicidad, establecidos en la Carta Magna francesa, contempla tres derechos fundamentales, a saber, la libertad, la igualdad y la fraternidad, los cuales significan lo siguiente:
Ahora bien, considerando lo expuesto, se puede decir que muchos musulmanes franceses creen que el sistema político que rige en este país europeo trata de limitarles en sus creencias y costumbres religiosas por medio de eso que llaman “secularismo”; Por ejemplo, se prohíbe el uso de hijab (velo islámico) en los espacios públicos.
Este tipo de normativas, promovida por los altos cargos políticos, incluido el presidente de la República francesa, ha demostrado que, en la práctica, ha separado al Islam de las otras religiones y ha ido en contra de los musulmanes que viven en Francia.
En cuanto a la pretensión del Gobierno galo de “estructurar el Islam” en Francia, pues bien, desde el Palacio del Elíseo se quiere imponer restricciones adicionales a los musulmanes en el país europeo, incluidos el cierre de algunos centros islámicos, restricciones a la educación en el hogar, monitoreo estricto de las organizaciones y asociaciones deportivas, prohibiciones de enviar misioneros de otros países a Francia y control de la financiación de las mezquitas dentro del territorio francés.
FUENTE : https://www.hispantv.com/noticias/opinion/480484/islam-macron-trump-occidente-islamofobia-fascismo