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Eje EEUU-Israel-Arabia Saudí, inane ante red de seguridad de Irán

El eje EE.UU.-Israel-Arabia Saudí, por más que intente crear y llevar el caos y la inestabilidad a Irán, acabará topándose con el aparato de seguridad persa.

Cuando el presidente de EE.UU., Donald Trump, amenaza con desestabilizar internamente Irán, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, conmina a detener el programa nuclear iraní o el príncipe heredero saudí, Muhamad bin Salman Al Saud, amaga con trasladar una lucha armada a suelo iraní, todas sus expectativas en torno a estas intimidaciones baladíes, a la hora de hacerse realidad, residen simplemente en que sus secuaces bisoños de los grupúsculos terroristas, conformados a partir de una minoría disidente contrarrevolucionaria iraní, con una notable presencia en los países occidentales, tratan de actuar para perturbar la seguridad y la estabilidad en la República Islámica de Irán.

En contraposición a estas conjuras urdidas desde el nefasto triángulo estadounidense-israelí-saudí, se halla el omnipresente aparato de seguridad iraní, que está al acecho de cualquiera de los intentos de tender una emboscada por parte de estos vendepatrias de los grupúsculos terroristas en el interior de la nación persa. De hecho, la República Islámica de Irán es el único país de la región de Asia Occidental que cuenta con una amplia red de inteligencia, de carácter militar y de contraespionaje, en aras de garantizar una mayor estabilidad y seguridad para sus conciudadanos, a pesar de la existencia de un sinfín de complots hegemónicos e imperiales tramados desde Washington, con el apoyo de sus aliados regionales, en contra del soberano pueblo de Irán.

Hace unos días, el Ministerio de Inteligencia de Irán anunció la detención de Yamshid Sharmahd, jefe del grupúsculo Tondar, que dirigía desde algún lugar del territorio estadounidense actos de sabotaje en el país persa. De este modo, el aparato de seguridad iraní corto por lo sano la mano de uno de los terroristas más buscados por Teherán.

En su aciago currículo de sabotajes, se puede mencionar que Sharmahd planeó y coordinó en 2008 un atentado contra el centro religioso (Huseinia) de Seyed al-Shohada, en la ciudad de Shiraz, capital de la sureña provincia iraní de Fars. El incidente se saldó con 14 fieles muertos y 215 heridos.

Sin embargo, las fuerzas de inteligencia de Irán han podido frustrar, en los últimos años, otras 27 operaciones de carácter violento que pretendían llevar a cabo los miembros de la banda Tondar, con el pleno apoyo encubierto de los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes. Entre dichos operativos figuraban: el volar por los aires la presa de Sivand, en la provincia de Fars; ataques con bombas de cianuro durante las Ferias Internacionales del Libro de Teherán, la capital iraní; así como atentados con bomba en el mausoleo del Fundador de la República Islámica, el Imam Jomeini (que en paz descanse), también en Teherán.

Es irónico que EE.UU., siendo el país que viene alardeando de ser el valedor de los derechos humanos y la lucha contra el terrorismo en el mundo, haya cobijado en su seno a un personaje al mando de una organización de naturaleza criminal que, con sus actos terroristas, ha causado tanto dolor y sufrimiento a personas inocentes, con el objetivo último de sembrar la desesperación y el caos en su propio país de origen.

Sharmahd no es el primer traidor terrorista entrenado y patrocinado por el eje Washington-Tel Aviv-Riad en ser arrestado por las fuerzas de seguridad de Irán durante una compleja operación de seguridad y, desde luego, no será el último, según sostienen autoridades de los servicios de inteligencia iraníes.

La situación continuará así mientras este funesto eje trilateral vea a la República Islámica de Irán como una amenaza para sus intereses ilegítimos en la región de Asia Occidental.

 

En línea con preservar y garantizar la seguridad del pueblo persa ante las conspiraciones de sus adversarios, el todo activo y efectivo aparato de las fuerzas de seguridad de Irán arrestó en 2010 al líder de la banda extremista Yundolá, Abdolmalek Rigi, en una operación compleja, después de que varios componentes de esta organización criminal hubieran asesinado a decenas de ciudadanos iraníes en actos de sabotaje, en los cuales llegaron a ejecutar a sus víctimas empleando el mismo modus operandi que años más tarde puso en práctica el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) en Irak y Siria.   

Como la maquinaria de guerra de EE.UU. no cesa en sus esfuerzos por crear y llevar el caos y la inestabilidad al interior de Irán debido a que Washington, a día de hoy, todavía no asimila la sonada derrota que supuso perder el control sobre Irán por el triunfo de la Revolución Islámica en 1979 –poniendo fin al régimen monárquico de Mohamad Reza Pahlavi–, la Casa Blanca no ha escatimado esfuerzos a la hora de patrocinar a grupos disidentes contrarrevolucionarios, cuyos líderes, al haber perdido el norte y con ansias de alcanzar sus metas totalmente contrarias al son de la voluntad de un pueblo soberano como es el de Irán, decidieron traicionar a los suyos poniendo en marcha operaciones de sabotaje con unas consecuencias muy devastadoras para la población persa.

 

FUENTE : https://www.hispantv.com/noticias/opinion/473377/eeuu-arabia-saudita-israel-seguridad-iran

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